11 Mar ‘Ball pagès’, ‘orelletes’ y ‘bunyols’, los ingredientes de la fiesta
Estos días el pueblo de Sant Josep celebra sus fiestas patronales. Al igual que ocurre en todas las aldeas de Ibiza, se trata de una conmemoración que se desarrolla de una forma tradicional, donde se conjugan todos los ingredientes de la alquimia de las raíces pitiusas. Es decir, folklore y gastronomía.
El ‘ball pagès’ es el nombre que reciben las danzas tradicionales de Ibiza y Formentera, de origen rural y antiquísimo. Se trata de una suerte de baile de cortejo muy primitivo, donde el hombre, que interactúa con una, dos, tres y hasta cuatro mujeres, según el ritual, adopta una posición altiva, mirando descaradamente a su pareja y dando grandes zancadas y saltos alrededor de ella, mientras hace repicar unas gruesas y aromáticas castañuelas talladas artesanalmente en madera de enebro, cuyoredoblar es grave y profundo.
La mujer, por el contrario, adopta un gesto sumiso, con la mirada cabizbaja, y se lleva una mano a la cintura y la otra a la larga falda, para no pisarla. Mientras, con los pies, dando pasitos muy cortos, casi sin despegarse del suelo, dibuja un ocho imaginario.
A las castañuelas se suma el tambor y una flauta de tan solo tres agujeros. Los músicos tocan ambos instrumentos al mismo tiempo, logrando extraer de la flauta toda la escala únicamente variando la intensidad del soplido. El baile payés cuenta con dos variantes rítmicas, dos tiempos que se llaman la corta y la larga.
Por la corta suelen empezar las parejas más mayores, ya que su ritmo es más pausado y su duración más escueta. La larga, sin embargo, es mucho más intensa, con el bailarín dando grandes zancadas y levantando, en ocasiones, el pie por encima de la bailarina. Cuando el hombre danza con tres mujeres se llama la hilera. Una de las variantes más espectaculares eslas nueve vueltas, típica de nupcias, donde el hombre y la mujer dibujan una serie de vueltas simétricas, separándose y acercándose, moviéndose ambos con pasos muy lentos. Todas estas variantes se interpretan en los días de las fiestas populares, como Sant Josep, este 19 de marzo.
Además de las coreografías, que denotan una antigüedad desconocida, y la música, destaca el vestuario tradicional y la joyería femenina, la denominada ‘emprendada’, que va pasando de madres a hijas.
Tras el baile, que siempre se desarrolla en la plaza del pueblo, la parroquia ofrece a todos los presentes un vaso de vino dulce y repostería típica: ‘orelletes’ y ‘bunyols’. Las primeras son unas tortas de harina, de sabor intenso y textura blanda. Los segundos son buñuelos tradicionales de masa de harina frita y azúcar, aunque en algunas casas le añaden patata o calabaza.
Baile, música y dulces, no hay mejores ingredientes para cocinar una auténtica fiesta ibicenca.
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