Ibiza, la mejor huerta del mundo

Hoy Ibiza es una isla reconocida en todo el mundo, con una economía basada en el turismo y la oferta complementaria. Dispone de hoteles y alojamientos de todas las categorías, desde los más sencillos a los más lujosos, y las posibilidades gastronómicas no tienen nada que envidiar a las de cualquier otro destino turístico. Sin embargo, el actual modo de vida de Ibiza es relativamente nuevo, puesto que surge a partir de los años 70 y 80 del siglo XX, cuando el turismo realmente adquiere una importancia capital en el desarrollo de la sociedad.

Antes, Ibiza era un enclave totalmente distinto y de él hemos heredado valores de gran importancia que todavía perduran. La isla siempre ha sido un paraíso, pero antaño era además una tierra con escasos recursos que obligaba a sus habitantes a trabajar muy duro para alimentar a sus familias. Los ibicencos, como sigue ocurriendo hoy en buena parte de los municipios, vivíamos en casas aisladas en el campo. Entonces, el cuidado de la tierra y la cultura del autoabastecimiento constituían la única manera de subsistir.

Las casas payesas tenían almazara, bodega y despensa, donde se curaban embutidos y se conservaban cosechas. En las casas se criaban animales para venderlos o consumirlos (cerdos, gallinas, pichones, pavos, cabras, conejos, corderos…) y se salía a pescar a menudo. En los márgenes de los caminos se recolectaban espárragos trigueros, se iba a cazar y a buscar setas a los bosques y en la finca siempre había olivos, higueras, naranjos, limoneros, almendros, algarrobos, cereales…

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La escasez de agua impedía a muchos ibicencos mantener cultivos que no fueran de secano, pero otros poseían tierras próximas a fuentes y manantiales, que les permitían cultivar auténticos vergeles gastronómicos. En la ciudad existía además un gran humedal, Ses Feixes, de origen árabe, con múltiples parcelas de cultivo que se regaban por capilaridad, aprovechando el agua de los torrentes.

Estas parcelas de regadío, distribuidas por toda la isla, proporcionaban a sus propietarios y a otros vecinos que las adquirían una amplia variedad de frutas, verduras y hortalizas de una calidad extraordinaria. Quien ha probado los tomates de Ibiza o sus sandías y melones comprenderá que esta afirmación no constituye exageración alguna. Ocurría lo mismo con lechugas, coles, judías, pimientos, berenjenas, fresas, melocotones, albaricoques, nísperos, moras, manzanas…

Todos estos manjares maduraban al sol, adquiriendo la máxima concentración de color y sabor, y se recolectaban en su momento óptimo. En la actualidad, la isla sigue ofreciendo estas verduras esplendorosas, que se conjugan como nunca al lado de los frutos del mar. En Es Torrent contamos con nuestros distribuidores de la isla, que cultivan como antaño y nos ofrecen una materia prima que constituye un auténtico regalo de la tierra. Sentimos la misma devoción por la langosta o la gamba roja que por los tomates y las lechugas que cada mañana nos llegan recién cogidos del huerto.

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