Cigala ibicenca, un bocado desconocido

La cigala real ibicenca constituye uno de los manjares más exquisitos, sorprendentes y exclusivos que ofrece la gastronomía de Ibiza. En el interior del grueso caparazón de este crustáceo, cuyo aspecto resulta poco agraciado y hasta prehistórico, aguarda un sabor intenso a marisco y una textura que recuerda a la langosta roja de la isla.

Su originalidad y extraordinaria calidad le hacen merecedora de figurar en nuestra carta como uno de los platos estrella. Solemos prepararla a la plancha o en caldereta, pero su sabrosa cola resulta también ideal como ingrediente principal en una paella o un arroz caldoso, o simplemente salteada con aceite de oliva y condimentada con un toque de ajo y perejil.

El nombre científico de la cigala real ibicenca es scyllarides latus y se trata de una especie aún semidesconocida para los científicos. En otras zonas de España es conocida como cigarra de mar, zapatilla, cigarrón, langosta real, cigarra de fuerza o cigala del Mediterráneo. Su presencia es muy escasa en los mercados y también en la gastronomía mediterránea, salvo en Ibiza, donde se cocina con gran protagonismo desde siempre.

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De la cigala real de Ibiza destaca su longevidad, pues vive hasta los 20 años, y su lento crecimiento: 1 centímetro anual, hasta alcanzar alrededor de 30. Sin embargo, hay ejemplares que llegan hasta los 45. Habita fondos rocosos situados entre 4 y 100 metros de profundidad, donde existen grutas y oquedades que le permiten ponerse a salvo de sus depredadores (meros y otros peces). Allí permanece durante todo el día hasta que oscurece. Es el momento de salir y alimentarse de crustáceos, lapas, ostras o calamares, entre otros. Son sociables y conviven en grupos, con otros miembros de su especie. A veces incluso forman asociación con otros animales, como por ejemplo las morenas.

Lo más chocante de su aspecto son las antenas planas, en forma de palas o aletas, que le caracterizan y confieren ese aspecto tan extraño y arcaico. A diferencia de las langostas, no tienen espinas protectoras ni garras; eso sí, su caparazón es más grueso y actúa de armadura. Su hábitat es eminentemente el Mar Mediterráneo, aunque también se pescan en la zona este del océano Atlántico. Aparecen en primavera y a finales de verano se marchan a territorio desconocido. Los científicos especulan con que se adentran en grutas de aguas más profundas, sometiéndose a una especie de hibernación. En cualquier caso, constituyen un manjar insólito que en Ibiza disfrutamos intensamente. En nuestro vivero siempre suele haber alguna cigala real.

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