Ibiza: la historia que nos ha traído hasta hoy

Para comprender Ibiza es esencial conocer su historia. Fenicios, púnicos, romanos, bizantinos, vándalos, árabes y cristianos la han dominado a lo largo de los siglos. La isla está poblada desde el año 5.000 antes de Cristo, aunque no es hasta la llegada de los fenicios, en el siglo VIII a.C., cuando se convierte en un enclave estratégico en el Mediterráneo. En esa época se crea el poblado fenicio de sa Caleta, de naturaleza industrial y próximo a las lagunas saladas, las futuras salinas.

Aiboshim, ciudad de Bes, se fundó un siglo más tarde y fue clave en la ruta comercial fenicia, quedando fortificada desde casi sus inicios. La necrópolis de Puig des Molins también la crearon estos primeros pobladores. Con la llegada de los púnicos de Cartago, alrededor del 550 a.C., aquel modesto centro de distribución portuaria se convirtió en un enclave con producciones propias destinadas a la exportación.

La ocupación romana de Mallorca y Menorca, en el año 123 a.C., inició el declive de la Ibiza púnica. Su romanización, sin embargo, se produjo más lentamente. La ciudad fue rebautizada como Ebusus y poseía las intalaciones características de la urbe romana. También se construyeron otras infraestructuras por toda la isla, como el acueducto de S’Argamassa. Los últimos tiempos romanos estuvieron marcados por el miedo y la inseguridad. La llegada de bizantinos y vándalos (siglo V) supone la decadencia definitiva de la capital, que quedó semiabandonada durante largos periodos.

Los musulmanes bautizaron Ibiza como Madina Yabisa y no la ocuparon definitivamente hasta el 902, tras dos siglos de escaramuzas. Reconstruyeron la ciudad y establecieron el centro de poder en la parte alta de las murallas, que reconstruyeron con torres. En el campo trabajaron la tierra y crearon acequias, albercas y canales para hacerla más productiva. Esta herencia aún podemos contemplarla en ses Feixes de Talamanca y es Broll de Buscastell.

En 1235, las tropas catalanas comandadas por el arzobispo de Tarragona, Guillem de Montgrí, conquistaron Ibiza a los musulmanes. La mezquita fue reconvertida en iglesia y se repararon los lienzos de la fortaleza. Los siglos posteriores estuvieron marcados por la piratería, que generó una terrible inseguridad entre la población. En el siglo XVI, la Corona española ordenó la construcción de las murallas renacentistas. A partir de entonces, la ciudad creció hacia el interior. En el campo se construyeron torres de defensa y la Corona, en el XVIII ordenó la creación de otras en la costa.

La creación de la diócesis de Ibiza, en 1782, y la llegada del primer obispo, Manuel Abad y Lasierra, supuso un importante impulso para la Ibiza rural, ya que se erigieron numerosos templos por toda la isla y se establecieron nuevos núcleos de población.

El gran cambio, sin embargo, se produjo con la llegada del turismo, a partir de los años sesenta del siglo XX. Los viajeros trajeron prosperidad y pusieron a la isla en el mapa. Hoy constituye uno de los destinos más conocidos del mundo.

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