Porroig, la bahía anexa: territorio de pescadores y del telégrafo

La playa de Es Torrent se llama así porque se sitúa en la desembocadura de un torrente. Éste se halla anexo a la bahía de Porroig y buena parte del paisaje que se avista desde la orilla, las tumbonas y las mesas del restaurante, lo conforman los acantilados que cierran dicha rada por el sur, con los islotes que la preceden en primer término: s’Illeta Grossa y s’Illeta Petita.

Porroig siempre ha sido una de las bahías más resguardadas para fondear durante el verano y por eso los pescadores también la eligieron para ubicar en distintos tramos de su ribera gran cantidad de casetas varadero, que entonces se empleaban para proteger los llaüts (la barca tradicional de pesca), en invierno o cuando arreciaban las tormentas. Hoy estas construcciones mantienen el mismo uso, pero también algunos residentes las emplean para pasar el día en familia y disfrutar del mar.

La bahía cuenta con tres zonas de baño. La principal es la propia playa de Porroig, una media luna repleta de varaderos, con una orilla de grava fina que permite acceder fácilmente al agua, que es cristalina. En el lado norte se sitúa además la playa de es Cucó, con una ribera de gruesos cantos rodados, aunque con bancos de arena fina en el interior. En el otro extremo, al pie de un acantilado de arcilla roja, se encuentra sa Penya Roja, con otro pequeño conjunto de varaderos, donde se puede encontrar un buen sitio para nadar, tras descender por un sendero que sortea el precipicio.

Como curiosidad, merece la pena resaltar la presencia de una caseta hecha de piedra arenisca situada justo en la zona de aparcamiento de la playa principal, arriba del acantilado, actualmente en ruinas. Se trata de la antigua estación telegráfica, donde se recibían las comunicaciones entre Ibiza y la Península, a través de un cable submarino, que en algunos tramos descendía hasta los 800 metros de profundidad y que unía las sesenta millas náuticas que separan Jávea de esta pequeña cala pitiusa. El cable ascendía desde la orilla hasta la caseta y, a partir de ahí, mediante una línea de 14 kilómetros de longitud sostenida por postes, se derivaba a la Oficina de Telégrafos de la capital.

El telégrafo llegó a Ibiza en 1860, décadas antes que el teléfono. El primer cable unió Jávea con Cala Vedella y el segundo, esta misma localidad alicantina con Cala Molí. El tercer cable fue el de Porroig, instalado en 1890. Permaneció en funcionamiento hasta que fue cortado en el transcurso de la Guerra Civil (1936-1939).

El interior de la bahía se halla ocupado por una amplia pradera de posidonia, donde crían toda clase de peces y moluscos. Por eso, es esencial evitar fondear sobre ella, ya que es una planta submarina protegida.

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