Ibiza, la isla sin subastas: una historia de la pesca profesional

La historia de Ibiza no puede comprenderse sin la actividad pesquera. Gracias a los arqueólogos hoy sabemos que ya había pesca organizada en tiempos de fenicios y cartagineses. Se multiplicó con los romanos, que incluso establecieron industrias de conservas y salsa garum –el ketchup de la época, hecho con carne y vísceras de pescado–, productos que luego se exportaban.

En la Edad Media ya se tienen noticias de una regulación específica de la venta de pescado en la ciudad, por parte del gobierno de entonces: la Universitat. El mercado de abastos se encontraba en el interior de las murallas y se dividía por oficios: panaderos, carniceros y, por supuesto, pescaderos. Estos últimos estaban obligados a vender ellos mismos –o alguien de su familia, casi siempre sus esposas– el género que extraían del mar. Así se evitaba que se encareciera por la intervención de intermediarios; una característica insólita de Ibiza. Los pescadores de la ciudad, además, tampoco podían ofrecer sus capturas por zonas rurales de la isla, hasta que no quedara atendida la demanda en la ciudad.

La otra característica intrínseca del negocio del pescado fresco de Ibiza es que no existen, en toda su historia, antecedentes de subastas de pescado en Ibiza, algo que hoy aún se mantiene. En Ibiza no hay lonja, solo cofradías donde todo el género se pesa y anota. Los pescadores establecen un precio justo y así no fluctúa, lo que permite un mayor cuidado de los caladeros. Se extraen únicamente las cantidades que exige la demanda interna y se apuesta por las variedades que corresponden a las distintas épocas del año.

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La pesca, en todo caso, siempre ha sido artesanal. No existió una asociación de profesionales del mar hasta 1922, cuando se constituye el Pósito de Pescadores. Su primera sede se situaba en un edificio que aún existe, al final del puerto, junto al dique de abrigo y la Plaça de Sa Torre, que cierra el barrio de Sa Penya.

En la actualidad faenan dos cofradías: Ibiza y Sant Antoni, que suman un total de 80 socios, con una flota de 6 embarcaciones de arrastre y 55 de artes menores (llaüts). Estas últimas tienen como actividad preferente la pesca con redes atrasmalladas, que según la época del año alternan con palangre, bolitx o artet y artes de parada.

Según el arte de pesca, las especies que habitualmente se atrapan son las siguientes:

– Pesca de arrastre: gallo de San Pedro, cabracho, salmonete, rape, pescadilla, pulpo, calamar y gerret (caramel).

– Redes de trasmallo: cabracho, escórpora, sepia, salmonete y langosta.

– Palangre: pargo y dentón.

– Artet o bolitx: gerret (caramel)

– Artes de parada: sírvia y bonito.

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